EL CURA SACRILEGO
Mi amigo, monaguillo de un cura de la religión de Dios
Que fue compañero mío en el Seminario de Segovia
De donde nos expulsaron por hacernos solemnes pajas
Me cuenta que su “sa-cerdo-te” (como así le nombra)
Don Clavillo como se le llamaba en el pueblo montañés
Además de hipócrita, obsceno y vil embustero
Era un crack para las viudas y jóvenes solteras
Quedadas en esta vida para vestir vírgenes y santos.
Cuando le llamaban para atender a alguna de ellas
Por estar enfermas de gravedad o con cáncer diagnosticado
Tanto ardor empleaba, tanto esfuerzo y amor
Que acudía a su casa con hostias consagradas y el hisopo
Con el que rociaba a la enferma en su Chumino
Antes de meterle el supositorio recetado por el Ano
Entonces viéndole él como en Asno transformado.
Como así, también, le veía cuando le montaba en sus rodillas
Haciendo con él un caballo al paso, al trote, al galope
Que, a la hora de su camino galopante, tan potente
Principiaba a correrse como un místico Asno.
-Estate quieto, hijo mío, alma bien amada y solitaria
Que si no lo hago yo, te lo hará, a más, el Demonio
Al que le has caído en divina gracia solamente.
Por eso, barrunto yo que tales celestiales lances
Fueron causa de ese odio descomunal que tiene, hoy en día
Mi amigo monaguillo, a este Asno clerical y a su Dios
Que, después del fuerte y jadeante galope
Quedaban a su espalda los dos como muertos.